Prologo
Existió una época
en la que el universo era diferente. No había estrellas, pues aún no nacían, y
los planetas no existían. Cualquiera podría detenerse en el horizonte y ver el
comienzo y el fin del universo, pues todo ocurría a la vez y nada sucedía, porque
cualquiera no estaba ahí. A pesar de todo, no era un tiempo de confusión, sino
de claridad. Todo lo que existía estaba en calma y en equilibrio. El
universo no tendía al desorden, sino al
orden.
Existían cuatro fuerzas
primitivas. La gravedad, la electromagnética, la nuclear fuerte y finalmente la
nuclear débil. Todas estas se mantenían en armonía, y juntas vieron nacer la
simiente del tiempo. Una pequeña semilla que al germinar, entregó la quinta
fuerza; la Voluntad.
Las cinco fuerzas buscaron el
equilibrio, pero para lograrlo debían trabajar juntas. La fuerza de gravedad
entregó la materia, la electromagnética lo positivo y lo negativo, la nuclear
fuerte unió las fuerzas y la débil las mantuvo unidas. Finalmente, la Voluntad
le entregó el alma. Así fue cómo surgió la existencia del primer ente, Aethan.
Aethan existió con los ojos
abiertos, y se percató de la presencia del tiempo. Fue así como llegó a las
tres conclusiones; “El tiempo que me sucede, pasó, y es pasado”, “El tiempo que
me enfrentará luego, es futuro” y “Nada ocurre ahora, mi presente no existe”.
Lo único que él tenía era su existencia, y si su presente no existía, por
consecuencia él tampoco debía de hacerlo. Fue entonces cuando Aethan utilizó
parte de la fuerza de voluntad que le fue concebida, e intentó crear algo que
le recordara que existía. Fue así como surgió la existencia del segundo ente,
Ehda.
Ambos confirmaban mutuamente su
existencia, y eso los hacía felices. No se veían, no podían olerse, tocarse ni
hablarse. Sin embargo se sentían, percibían los sentimientos mutuos que ambos
se profesaban. En lo profundo del ser de Aethan surgió el deseo de entregarle a
Ehda algo especial. Rompió el equilibrio de las fuerzas primitivas, y utilizó
las fuerzas nucleares para fabricarle a Edha la primera estrella. Ella no pudo
verla, ni olerla, ni sentirla, y esto causó una profunda frustración a Aethan.
Ehda sintió tristeza en su interior, y nació en ella el deseo de devolverle el
favor. Rompió el equilibrio de las fuerzas primitivas para hacerle a Aethan un
obsequio sin igual, la creatividad. Aethan, al recibirla tuvo mil ideas, y en
su interior nacieron mil sensaciones, las cosas a su alrededor comenzaron a
tomar formas para él. Decidió entonces compartir su creatividad con Ehda, y
juntos tuvieron la capacidad de imaginar el mundo que ellos deseasen.
Más adelante, en algún lugar
dentro de ellos, nació la necesidad de compartir el hermoso mundo que habían
creado juntos. Para satisfacer dicha necesidad comenzaron a abusar de las
fuerzas primitivas, y millones de entes comenzaron a poblar la nada suspendida
en el tiempo.
Las fuerzas primitivas
colapsaron, y la nada fue algo. La gravedad estalló en materia, mientras que la
electronegatividad se dividía en neutrinos y gluones, las fuerzas nucleares
intentaron mantener unidas todas las cosas… pero al universo no le quedaba
voluntad, y estalló. Una explosión que escapaba de cualquier imaginación, cuya
onda de destrucción se expandió a través de una indefinida cantidad de
dimensiones, destrozando el tiempo y el espacio. El universo jamás volvió a ser
el mismo. Nunca logró encontrar el equilibrio.
¿Y en cuanto a los entes? Sobrevivieron.
Descubrieron que estaban compuestos de energía, así que eran infinitos, eran
eficacia, eran poder, eran virtud para obrar… Eran voluntad.
I Huellas tras la tormenta
La
lluvia cubría la estancia desplazando el silencio. La puerta del café se abrió
de súbito, detonando el sonido de una campanilla que pendía sobre el umbral de
la puerta. Las camareras se observaron inseguras, hasta que la más cercana se
atrevió a hablar.
-“¿Le
puedo ofrecer la carta, señor?” –El agua escurría por el abrigo del sujeto. Su
mirada vagaba por el lugar, examinando cada detalle del entorno hasta que se
detuvo en la mujer que le acababa de hablar –“Señor… Si gusta puede tomar
asiento”
El
sujeto observó a la camarera directamente a los ojos. Ella quedó inmóvil. Ante
la expectante mirada de todos los que se encontraban en lugar, el hombre
extendió su brazo y lentamente acercó su mano desnuda a la frente de la
muchacha. El silencio reinó en todo el lugar hasta que sus dedos tocaron su
frente. Una chispa se hizo visible justo antes de que la chica se viera
impulsada hacia atrás, como si una fuerza invisible la hubiera empujado. Cayó
sobre una mesa, sufriendo espasmos y desangrándose por la nariz. El terror se
adueñó del café. Esa noche fallecieron cinco personas de la misma manera,
ningún superviviente pudo siquiera describir al misterioso hombre. Y solo
tenían recuerdos fragmentados de lo sucedido.
-“No
tiene sentido” –el teniente Raine Noire cerró la carpeta que contenía la
información del caso, y varias fotografías forenses de cada víctima –“Un hijo
de puta entra a un local, asesina a cinco personas sin dejar absolutamente
ningún rastro, y oportunamente cada uno de los malditos testigos termina con
amnesia… ¡Mierda!”
-“Tenemos
los análisis de los cadáveres…” –Dijo el agente que se encontraba junto a Raine
en su oficina. Le ofreció un sobre cerrado. Raine se lo quitó de las manos como
un león hambriento saltando sobre una presa herida, y examinó su contenido. Nunca
se le dieron bien los análisis forenses, sin embargo todos los cadáveres tenían
un indiscutible detalle en común. Según el informe, la masa encefálica de las
víctimas se habría sobre desarrollado, elevando a niveles extremos la presión
intracraneal, la eventual causa de muerte.
El
agente se arregló el cuello del impecable uniforme y carraspeó para llamar la
atención del teniente que yacía sumido en el misterio que le manifestaban los
documentos. Raine levantó la mirada –“¿Qué hacemos, teniente? ¿Cuál es el
siguiente paso?” –Se aventuró a preguntar. El teniente devolvió la mirada a los
documentos y se pasó la mano por la cara.
-“No… No
lo sé, no tengo ni la menor puta idea” –miró nuevamente el informe, y lanzó los
papeles contra la pared, que se repartieron por toda la oficina –“¡No tiene
sentido! ¡Es como seguir las huellas de un fantasma después de una maldita
tormenta!” –Se arregló los anteojos, y ordenó sus plateados cabellos con la
mano. –“Vete a descansar… y gracias por traerme los archivos… yo me encargaré
de esto… por desgracia conozco a la persona indicada”
_
-“No sé…
cómo describirlo” –Dijo el detective Benedict, un sujeto descuidado de unos
treinta años. Raine se sentía patético cuando tenía la necesidad de recurrir a
un muchacho al que le doblaba la edad, pero Ben se había forjado una invicta
reputación, y le gustara o no, el chico sabía lo que hacía.
-“Yo lo
describiría como un grano en el culo. Como las huellas…”
-“…de un
fantasma después de una tormenta” –dijeron al unísono –“Sí, pero la palabra que
buscaba era, interesante. –Raine lo
observó con curiosidad. Se cubría el bigote teñido de nicotina con su mano
mientras examinaba cada acción realizada por el joven detective. Sus ojos
azules no paraban de moverse de una fotografía a otra, y de vez en cuando
aparecía una sonrisa en sus labios, ¿placer? ¿Estaría el chico enfermo? O
quizás solo disfrutaba su trabajo. Él no era un santo, no podía lanzar piedras.
-“Los
testigos… Aquí no aparecen testimonios válidos. ¿Estás seguro que tus muchachos
hicieron bien su trabajo? No es por desmerecerlos, pero su reputación no los
merece” –Raine bufó molesto, se levantó a punto de tirar la silla en la que
estaba, y cogió todos los papeles con una sola mano, le importó una mierda
arrugarlos con tal de quitárselos a ese pendejo engreído que jugaba a ser
detective.
-“Vete a
la mierda Benedict, que te den por culo a ti y a este caso de mierda” –Se
dirigió a la puerta, pero antes de que pudiera abrirla el muchacho le cortó la
inspiración.
-“Las
fotografías, tienen algo en común. La posición de las víctimas.”
-“Todas
de espalda, tiradas sobre el suelo luego de sufrir una convulsión… ¿qué hay con
eso?”
-“En
tres de las cinco víctimas hubo una lesión a la altura de las vértebras
cervicales. Como si le hubieran golpeado de frente en la cabeza”
Raine se
giró, y comenzó a revisar los documentos nuevamente. Observó las radiografías,
y no notó nada –“Ahora que lo mencionas, tienes razón. Es extraño que nadie lo
haya notado.”
Benedict
soltó una risita sarcástica –“No me sorprende. Estás viendo la radiografía de
una de las dos víctimas que tienen el cuello intacto.” –Raine fulminó al chico
con la mirada, pero éste le respondió con una sonrisa tan amable que cualquiera
en la situación del teniente le habría roto la mandíbula
–“¿Y
qué? No hay lesiones físicas, no hay hematomas, ni rastros de violencia, ni
siquiera…”
-“Estática.
Otra cosa que tienen en común. Fíjate en las fotografías doce, quince y
dieciocho. Tal vez la veinticinco, pero lo más probable es que no notes nada. El
cabello de las dos camareras, y sobre todo en el de la víctima caucásica de
cincuenta y cuatro, casi calva, se puede apreciar un desorden peculiar en la
cabellera, que recuerda a alguien que ha sufrido una ligera descarga
eléctrica.” –Raine ni siquiera perdió el tiempo revisando las imágenes.
-“¿Y
cómo puedes unir estas dos “pistas”? –le dijo en tono burlón mientras
reordenaba los papeles, y estilizaba aquellos que en su arranque de ira habían
sido arrugados –“Habían más de quince testigos, ninguno recuerda nada ¿y qué
clase de arma provoca una descarga eléctrica de ese nivel sin dejar ninguna
marca de quemaduras?”
-“Eso
habrá que averiguarlo. Quiero la lista de testigos para mañana en la
mañana.”-Raine odiaba que le dieran órdenes, pero sobre todas las cosas odiaba
que ese muchacho se sintiera superior al resto, y mucho más que demostrara ser
mejor que él… en prácticamente todo.
II Recuerdos de un hombre que no
existe
-“Tenga
usted buenos días, mi nombre es Benedict Hardy detective privado. Estoy
trabajando en un caso para el departamento de policía de Springfield en el que
usted figura como testigo, y me preguntaba si estaría dispuesto a dar su
versión de los hechos ocurrido el doce de
mayo del dos mil catorce.”
-“No sé
si pueda ser de mucha ayuda, recuerdo muy poco. Estábamos con mi esposa y mi
hijo, y ninguno recuerda nada importante”
-“Descuide
señor Leblanc, estará presente un profesional en reincorporar recuerdos a
través de un proceso llamado “regresión”, me pregunto si le es familiar.”
-“¿Eso
de hacer creer a la persona que es un bebé, y que actúe como un bebé?”
-“Sí,
señor Leblanc, “eso de hacer creer a la
persona que es un bebé y que actúe como tal”, pero descuide, no nos
interesan sus años de lactante. Estamos más interesados en escuchar qué ocurrió
la noche antepasada en el Café Gardenhouse que en verlo chuparse el dedo.”
-“… ¿Está
usted burlándose de mí?”
-“Hay un
asesino suelto, y usted tiene la capacidad de ayudar. Si no coopera en esta
causa, cada una de las muertes que se presenten de aquí en adelante recaerán
también sobre su consciencia.”
-“…”
-“Mierda,
ha colgado… ¡Carmen! Llama al doceavo, parece que hoy los testigos de muertes
paranormales no se han despertado de muy buen humor.”
_
Ben se
encontraba en la consulta del Doctor Frederick Shulz, psiquiatra y licenciado
en filosofía. Uno de los testigos, varón de 32 años, reposaba sobre un diván.
El día del asesinato se encontraba bebiendo un café con su novia o amante, o
algo por el estilo que da igual, no es importante, lo único importante es que
en ese momento se encontraba recostado sobre el diván rojo del doctor, y
Benedict escuchaba cada palabra de la conversación.
-“Pido
un café, ni siquiera veo el menú.” –El joven parecía tranquilo relatando su
experiencia. Ben notaba que doctor tomaba apuntes de prácticamente todo lo que
el sujeto decía.
-“Albert,
¿recuerdas qué tipo de café pediste?” –La cara del muchacho se frunció, pero
pareció aliviarse al recordar la respuesta.
-“Latte…”
–Ben extendió sus brazos haciéndole gestos incredulidad, ¿realmente era
necesario saber toda esa información? Él estaba buscando al maldito asesino, no
tenía tiempo para conocer qué mierda comía cada uno de los testigos. Sin embargo,
el doctor lo miró austero y continuó con su sesión.
-“Avancemos
un poco, Albert. ¿Recuerdas algo que haya llamado tu atención en ese momento?
¿Algún suceso fuera de lo normal?”
-“Un
tipo que llamó mi atención. Era extraño porque iba oculto, no… No recuerdo su
rostro. Creo que llevaba un sombrero o algo que cubría su cara. Estaba
empapado”
-“¿Qué
vestía? ¿Lo recuerdas?”
-“Un
abrigo largo, sucio y estaba muy desaliñado, parecía… Un vagabundo, pero daba
la impresión de ser una persona muy sabia” –Benedict alzó una ceja. El doctor
aprobó el desconcierto con una mirada similar.
-“Y
cuéntame, ¿cómo lograste notar que esta persona era muy sabia solo por su
apariencia?”
-“Porque
susurraba historias” –La mano de Albert se movió de manera espontánea. Un
espasmo… No era normal. Benedict le hizo señas al doctor para que continuara
con el tema, pero éste se negó con la cabeza.
-“Es
delicado, si seguimos ejerciendo presión podría terminar con secuelas
importantes… Solo un poco más” –El doctor se acomodó en el asiento y continuó
–“¿Y qué pasó después de que vieras entrar a este sujeto?”
-“Una
camarera le ofreció la carta y un asiento, pero él no contestó nada… Él está…
Él está tocando su frente, ¡ella…! ¡Ella voló contra la pared! ¡Hubo una
chispa, y ella voló contra la pared!” –Albert comenzó a ponerse muy nervioso,
el sudor comenzó a emanar de sus poros, y estaba a punto de llorar.
-“Esto
se termina aquí”- El doctor iba a hacer un ademán de despertarlo pero Benedict
se adelantó y le tapó la boca.
-“¿Qué
sucedió después, Albert?” –Dijo intentando imitar la voz del Doctor.
-“Se
frustra. Comienza a maldecir, y habla, y susurra. Y susurra sin hablar, sin
mover los labios, todos lo sabemos, él nos libera pero ella no estaba
preparada, la otra tampoco, ni él, ni ese sujeto anciano que se sentó en la
mesa del al lado” –Las lágrimas del muchacho recorrían sus mejillas a mares,
estaba rojo, se le marcaban las venas en la frente y se encontraba a punto de
caer en un colapso nervioso.
-“¿Y qué
hay de ti Albert? ¿Estabas preparado?” –El doctor trataba de quitarse la mano
de la boca. Ben comenzó a forcejear para ganar todo el tiempo posible.
-“Se
fue, se marchó, todos queríamos ser liberados, pero la policía llegó, y tuvo
que marcharse” –La cara de Albert estaba coloradísima, sus parpados estaban
fuertemente cerrados y su mandíbula estaba tensa, como si no quisiera soltar
las palabras tan fácilmente.
-“¿Hacia
dónde…?” – El doctor se levantó de la silla en la que se encontraba y se quitó
la mano de Ben de los labios.
-“¡Basta
ya! ¡Largo de aquí, maldita sea!” –dio de manotazos a Ben para que
retrocediera, susurró unas palabras para que el muchacho volviera a la
realidad, y fue muy extraño. Parecía estar bien, y no recordaba haber estado
llorando como una niña.
-“¿Está
todo bien Doctor? ¿Ha servido de algo?”
-“No
quiero volver a tenerte aquí Benedict. Respóndele al chico, ¿toda esta mierda
ha servido de algo?”
-“Honestamente,
tengo más preguntas… Pero dudo que algún testigo pueda responderlas”
-“Largo
Benedict. No te quiero volver a ver en mi maldita consulta.
III La cacería del cazador cazado
-“Dos
víctimas más del mismo sujeto. Misma causa de muerte, crecimiento encefálico,
tampoco hay pistas evidentes. Se suman a las cinco del primer caso, y a las
otras cuatro de las últimas semanas. Al igual que las demás, no hay pistas
evidentes, huellas dactilares, un fantasma… un puto fantasma.” –Raine se llevó
la taza de café a los labios, y sus bigotes se impregnaron de la amarga bebida.
–“¿Cuánto tiempo ha pasado desde Gardenhouse? ¿Tres semanas? Quizás más… Esta
situación me quita el sueño, tú lo sabes bien, no he podido descansar como Dios
manda en semanas, duermo ¿cuánto? ¿Tres horas?”
-“Dos… Y
a veces ni siquiera vas a la cama”
-“Lo
lamento… No me había dado cuenta de cómo esta situación me ha absorbido la
vida” –Su mujer rodeó el cuello del teniente con sus delicadas manos, y comenzó
masajear su cuello hasta llegar a los hombros.
-“Entiendo,
es un caso complicado. Y si lo que me has contado es cierto, realmente nadie
puede estar a salvo de ese sujeto. Dices que sus víctimas no tienen relación
entre ellas, y que prácticamente mueren porque les crece el cerebro o algo así,
no sé mucho de ciencias pero parece realmente algo de otro mundo” –Le descubrió
la espalda para continuar recorriendo su cuerpo –“relájate, trabajas más que
nadie para mantener esta ciudad segura, mereces un descanso de vez en cuando”
-“No es
necesario hablar del tema, prácticamente no he tenido tiempo para saber de ti,
¿qué has hecho? Debe de haber sucedido algo interesante en todo esto tiempo.”
-“Bueno,
hace varias semanas te comenté que entré a una clase de yoga, ¿recuerdas?”
-“Claro,
¿qué tal va eso?” –No lo recordaba.
-“Excelente,
de hecho en una semana más habrá un viaje a Europa, para conocer a un Yogui muy
reconocido, ha escrito muchos libros para activar los chacras, y de autoayuda
también.”
-“¿Yogui?
Suena como una golosina barata” –Ambos se sonrieron.
-“Es una
persona importante, quizás pueda aprender mucho con él” –Un mensaje llegó al
móvil del teniente –“Debe ser importante, deberías contestar”
-“No, de
una vez por todas el crimen puede esperar. Ahora mi tiempo te lo dedico a ti”
–Ella le besó apasionadamente, y se amaron durante horas.
El manto
matutino cubrió sus cuerpos desnudos y Raine se levantó. Se duchó con abundante
jabón y champú. Cepilló sus dientes, y peinó su plateada cabellera. Incluso,
sacó una pequeña peineta y se arregló los bigotes. Afeitó la barba descuidada
que le crecía rodeando el mentón, y finalmente se aplicó un poco de perfume. El
teniente Raine, por primera vez en varios días tenía la firme sensación de que
sería un gran día. Oyó el tono del móvil que indicaba batería baja y revisó su
celular.
Enviado a las 5:03am
-Raine hijo de la puta que parió a tu madre te necesito ahora aquí mierdaaaaaaaaaaaaaaaaa
-Raine hijo de la puta que parió a tu madre te necesito ahora aquí mierdaaaaaaaaaaaaaaaaa
Enviado a las 5:03am
-Todo está en clave sin sentido parece un puto rompecabezas creo que entiendo a alberts pero me falta una idea clave
-Todo está en clave sin sentido parece un puto rompecabezas creo que entiendo a alberts pero me falta una idea clave
Enviado a las 4:34am
-Raine muévete de una vez, es imposible que no te hayan llegado todos mis mensajes… Si me estás ignorando, realmente elegiste el peor momento de tu miserable vida para hacerlo.
-Raine muévete de una vez, es imposible que no te hayan llegado todos mis mensajes… Si me estás ignorando, realmente elegiste el peor momento de tu miserable vida para hacerlo.
Enviado a las 3:02am
-Raine, estoy dentro. Reitero, necesito refuerzos aquí, no sé cuánto tiempo tarde en regresar.
-Raine, estoy dentro. Reitero, necesito refuerzos aquí, no sé cuánto tiempo tarde en regresar.
Enviado a las 2:54am
-Necesito refuerzos, y con refuerzos me refiero a ti.
-Necesito refuerzos, y con refuerzos me refiero a ti.
Enviado a las 2:03am
-Estoy aquí, te espero.
-Estoy aquí, te espero.
Enviado a las 1:56am
-Estoy afuera del departamento, el edificio es Peter’s sons, justo en la doceava avenida con la quinta enmienda, a dos cuadras del café Gardenhouse.
-Estoy afuera del departamento, el edificio es Peter’s sons, justo en la doceava avenida con la quinta enmienda, a dos cuadras del café Gardenhouse.
Enviado a las 1:36am
-Lo estoy siguiendo, mueve tu ancestral culo rápido. Te avisaré ante cualquier eventualidad.
-Lo estoy siguiendo, mueve tu ancestral culo rápido. Te avisaré ante cualquier eventualidad.
Enviado a las 0:23am
-Estaba dando vueltas por el centro para ver si encontraba algo, y creo que tengo a nuestro amigo. Al parecer tenemos otra víctima pero logré seguirle la huella. Calza exacto con la descripción, al parecer nunca se cambia de ropa, debe oler fatal. En cuanto localice algo te llamo, no queremos que vengas a interferir ¿cierto? Besos
-Estaba dando vueltas por el centro para ver si encontraba algo, y creo que tengo a nuestro amigo. Al parecer tenemos otra víctima pero logré seguirle la huella. Calza exacto con la descripción, al parecer nunca se cambia de ropa, debe oler fatal. En cuanto localice algo te llamo, no queremos que vengas a interferir ¿cierto? Besos
Raine no
pudo determinar cuánto tiempo estuvo parado en la cocina observando el
teléfono. No estaba paralizado, solo analizaba la situación lo mejor posible.
¿Lo habrá encontrado el asesino? Habían pasado casi dos horas desde el último
mensaje, y se podía apreciar en la forma de escribir de Benedict que estaba
realmente desesperado… Si le preguntaran a Raine cuánto tiempo tardó en
atravesar el umbral de la puerta, subir al vehículo y llegar a la dirección
probablemente él no pueda contestarles, pero es suficiente saber que todo
ocurrió muy rápido, bajo una marea de adrenalina.
A dos
cuadras del café Gardenhouse se encontraba el edificio. Un departamento
bastante pintoresco de clase media, nadie se imaginaría que es el hogar de un
asesino a sangre fría. Al atravesar la puerta principal se acercó a recepción.
-“¿Qué
pasa?” –Preguntó un tipo de mal humor detrás de un mostrador, tenía un gesto
adusto y su mirada se ocultaba detrás de sus pobladas cejas.
-“Un
amigo, entró hoy como a las… -miró su celular y recorrió el horario de los
mensajes -…como a las tres de la madrugada”
-“¿Y
cómo esperas que recuerde yo eso?” –Raine deslizó lentamente un par de billetes
sobre la mesa –“Ayer en la madrugada ¿correcto?” –El hombrecito cogió los
billetes y comenzó a buscar en una computadora que tenía a su lado, posiblemente
revisando los videos de las cámaras de seguridad. –“¿Este es el sujeto?” –El
video mostraba a Benedict entrando a una habitación. Ésta tenía la puerta
abierta.
-“¿Puede
retroceder más la cinta?” –El hombre hizo un par de clicks con el ratón, y la
cinta comenzó a rebobinarse. Se pudo ver en alta velocidad a Benedict saliendo
de espaldas de la habitación, y tiempo después, salir de la misma a un tipo con
un abrigo y una especie de sombrero de ala ancha.
-“¡Gracias!”
–Raine subió la escalera de a cuatro peldaños, y corrió a través del pasillo
hasta llegar a la puerta. Tomó el pomo, respiró profundamente, desenfundó el
revolver que llevaba en su arnés y abrió la puerta.
Benedict
yacía tumbado en el suelo. Un hilo de sangre nacía de su nariz, estaba con los
ojos abiertos, y sus piernas estaban en una posición incómoda. La habitación
estaba completamente rotulada con marcadores de varios colores, en el suelo
cientos de lápices de todo tipo que el asesino habría utilizado para rayar
sobre las paredes. Raine se arrodillo al lado del cuerpo y determinó su pulso.
Era muy débil, pero lo más probable es que Raine haya querido sentir eso y el
pobre bastardo yaciera muerto. Marcó a la ambulancia, y se incorporó para
examinar las paredes. Sacó varias fotografías con su teléfono celular, eran
figuras extrañas, ninguna palabra legible, ni letras de cualquier sistema de
escritura que él conociera.
_
-“Señor
Benedict, solo estoy diciendo que quizás debería dormir. Lleva conduciendo toda
la noche las últimas dos semanas, eso no es sano y sé que usted lo sabe.”
-“No,
Carmen mía, lo insano aquí es tener la posibilidad de detener al asesino más
apasionante que haya pisado esta ciudad y no aprovecharla ¿Hay noticias de
Raine?”
-“Dos
víctimas más, eso es todo. Trataré de conseguir el informe forense para usted
mañana por la mañana.”
-“¿Por
qué no ahora? ¿Qué te detiene?”
-“Porque
son las doce de la noche, y… En serio Señor Hardy, ¿tengo que quedarme en el
teléfono? Mi marido y yo queremos dormir de una vez, no puede estar llamándome
cada noche que salga a patrullar o lo que sea que haga…”
-“¿Insinúas
que no te pago lo suficiente? Solo te pido ayuda para mantenerme despierto, la
cordura es importante. ¿Es importante la cordura?”
-“Sí
señor Hardy, pero realmente quiero dormir… ¿no se molestaría si corto?”
-“No irás a cortarme… ¿Carmen?..
Mujeres....“–La llamada se había cortado. Benedict continuó
corriendo las calles del centro en su vehículo. Lo ha estado haciendo desde hace dos semanas, cada noche
recorre los distritos bajo una idea; el tipo es demasiado torpe y actúa de manera espontánea. Encontrarlo
cometiendo sus crímenes sería bastante probable. Dobló una esquina, luego otra a la izquierda. Desde un
pequeño callejón apareció un flash, como si alguien estuviera sacando una fotografía. Condujo el vehículo
hasta ahí, y pudo apreciar un tipo de amplio sombrero y una chaqueta roída junto a una mujer sufriendo
espasmos en el suelo. Benedict no se movió, aparentemente el sujeto no lo había visto.
corriendo las calles del centro en su vehículo. Lo ha estado haciendo desde hace dos semanas, cada noche
recorre los distritos bajo una idea; el tipo es demasiado torpe y actúa de manera espontánea. Encontrarlo
cometiendo sus crímenes sería bastante probable. Dobló una esquina, luego otra a la izquierda. Desde un
pequeño callejón apareció un flash, como si alguien estuviera sacando una fotografía. Condujo el vehículo
hasta ahí, y pudo apreciar un tipo de amplio sombrero y una chaqueta roída junto a una mujer sufriendo
espasmos en el suelo. Benedict no se movió, aparentemente el sujeto no lo había visto.
-Estaba dando vueltas por el centro
para ver si encontraba algo, y creo que tengo a nuestro amigo. Al parecer
tenemos otra víctima pero logré seguirle la huella. Calza exacto con la
descripción, al parecer nunca se cambia de ropa, debe oler fatal. En cuanto
localice algo te llamo, no queremos que vengas a interferir ¿cierto? Besos
Bajó del
vehículo y lo siguió a pie disimuladamente. El tipo no aceleraba el paso, ni se
detenía para mirar atrás. Estaba demasiado tranquilo para haber cometido un
asesinato tan recientemente.
-Lo estoy siguiendo, mueve tu ancestral
culo rápido. Te avisaré ante cualquier eventualidad.
Luego de
unos veinte minutos, el sujeto entró a un edificio, lo más seguro es que
tuviera un departamento ahí. Benedict miraba su celular muy seguido y parecía
ansioso.
-“Vamos teniente, mira el maldito telefono…”
-“Vamos teniente, mira el maldito telefono…”
-Estoy afuera del departamento, el
edificio es Peter’s sons, justo en la doceava avenida con la quinta enmienda, a
dos cuadras del café Gardenhouse
Continuó
enviándole mensajes a Raine hasta que había pasado una hora. Fue entonces
cuando decidió tomarse la justicia por mano propia. Atravesó la recepción como
si fuera un inquilino más del lugar y subió al segundo piso. Se quedó ahí,
oyendo en silencio. Un ruido provino del tercer piso y subió por la escalera.
Al llegar a la planta, vio al sujeto saliendo de su habitación. Lo observó
largo y tendido, pero Benedict fingió indiferencia. El hombre pasó a su lado,
clavando su mirada en él, pero no hizo nada extraño. El detective esperó que el
sujeto se perdiera de vista y entró a su departamento.
-Raine, estoy dentro. Reitero, necesito
refuerzos aquí, no sé cuánto tiempo tarde en regresar.
Las
paredes del departamento estaban completamente rotuladas. Era un idioma
extraño, pero a Ben se le hacía familiar. Sumerio ¿sumerio? Era posiblemente el
lenguaje escrito más antiguo que se conoce, junto con el egipcio. Le llamó la
atención que la habitación le entregaba una especie de sensación diferente… Él
pudo haberlo descrito como “sentir” el significado de las palabras. Lo que le
sucedió no tuvo explicación. Sintió que su mente se abría, y estaba seguro de
poder leer esos extraños símbolos rotulados por todos lados.
Guerra, libertad, etéreos, jaulas
de carne, dolor, sentidos, cárcel, opresión
Cada
palabra que percibía se iba inter-relacionando con la anterior de maneras que
él no podía explicar.
-“Jaulas
de carne… Somos jaulas de carne. Vivimos para sentir dolor, para ser…
oprimidos.” –Se dijo en voz alta.
-Raine muévete de una vez, es imposible
que no te hayan llegado todos mis mensajes… Si me estás ignorando, realmente
elegiste el peor momento de tu miserable vida para hacerlo.
-“La
libertad es un mito, y la felicidad es solo la recompensa para una respuesta
condicionada… ¿Qué nos hace diferente al resto?... La consciencia, claro. La
capacidad de crear, y de creer.” –Las palabras brotaban de su cabeza y acaban
por salir de sus labios, era dominado una incredulidad imponente, sabía que
todo era verdad, pero no quería creer… No podía ser cierto. Ahora comprendía
las palabras que el joven Albert dijo cuando hablaba con el doctor Shulz.
Cayó
rendido sobre sus rodillas, y con las manos temblorosas escribió nuevamente a
través de su teléfono celular.
-Todo está en clave sin sentido parece
un puto rompecabezas que sale de la mente creo que entiendo a alberts pero no
puedo creer en nada.
-“No te
resistas hermano. Deja que tu alma sea libre” –Una voz de ultratumba silenció
todos los pensamientos que inundaban su mente. El sujeto de la chaqueta roída
había entrado en la habitación en medio de la confusión de Ben. El corazón del
muchacho comenzó a latir con fuerza, sentía como se dilataban las venas de
cuello y un escalofrío le recorría la espina dorsal. –“Entrégate y vive para
liberar al pueblo” –El hombre se acercaba cada vez más a Benedict que lo
observaba de rodillas. Sus manos temblaron, y utilizó toda su fuerza de
voluntad para escribir nuevamente a través del celular.
-Raine hijo de la puta que parió a tu
madre te necesito ahora aquí mierdaaaaaaaaaaaaaaaaa
El
índice del hombre se acercó lentamente a su cabeza, una potente luz brotó al
tocarlo con sus dedos, y Benedict por primera vez en sus trescientas veintidós
vidas, fue libre.
IV El que alguna vez, entre
muchos otros, fue Raine
Raine… ¿era Raine? No estaba
seguro… Ese era uno de los miles de nombres que alguna vez le dieron una
identidad… Se sentía libre, y podía volar. Las estrellas lo rodeaban, sabía que
eran cálidas y que lo podían guiar a través del universo, pero no podía
sentirlo. Sus manos no estaban ahí. Estaba despierto, pero su corazón latía en
otro rincón del espacio profundo. Desde el fondo de su ser oyó voces agitadas.
-“Imagina… una manzana”
Una
manzana apareció. En medio del espacio. Quizás siempre estuvo ahí. El que
alguna vez fue Raine la cogió entre dedos espectrales que lentamente comenzaron
a tomar forma. La olió, y sintió como la fragancia le recorría los pulmones.
Ahora tenía pulmones. Y podía respirar en medio del espacio. Le dio una
mordida, y la jugosa fruta le recorrió las papilas, y pudo saborear.
-“Imagina… un camino”
La voz
desató una nueva respuesta. Ante él, había un camino. Quizás siempre hubo un
camino, pero estaba muy distraído para verlo. Quizás el camino acababa de
aparecer. El camino era largo, terminaba justo donde comenzaba el infinito.
Estaba pavimentado, y tenía muchas farolas encendidas. Quizás estaba de noche,
y por eso las farolas estaban encendidas. Pero no era una luz fría y tenue, no,
era una luz fuerte y cálida, como la luz de una estrella.
-“Imagina… un alma”
El que
alguna vez fue Raine nunca pensó en cómo se veía un alma. Siempre estuvo
ocupado pensando en cosas que podía tocar, ver, o sentir. Sin embargo, él
siempre había pensado que el alma era una llama dentro de cada uno, del color
de la pureza con un ligero tono de bondad. De pronto, vino del cielo un ruido,
semejante a una fuerte ráfaga de viento que resonó por todo el lugar. Entonces,
vio aparecer lenguas como de fuego que descendieron a su alrededor. Se vio
lleno de tranquilidad, porque se dio cuenta de que no estaba solo. Todas las
pequeñas llamas que lo rodeaban parecían intentar comunicarse con él en
distintas lenguas que él no comprendía, y que nunca había oído.
-“No intentes entender, solo siente
lo que tienen que decir”
Ahí
estaba él, quien fue entre muchos otros el teniente Raine, en medio de una
calle pavimentada, iluminada por farolas brillantes y cálidas como estrellas.
Rodeado de almas que intentaban comunicar un mensaje que había estado escondido
por más años de lo que la tierra podía recordar. Las llamas acallaron sus
voces, y aquel que le hablaba desde un principio volvió a tocar su alma.
-“Imagina… un nuevo color”
El que
alguna vez fue Raine no pudo lograrlo. Las llamas que lo rodeaban se
extinguieron de súbito, y la calle solitaria en la que se encontraba comenzó a
desmoronarse desde el infinito. En su desesperación, intentó aferrarse de una
farola, pero su luz ya no era intensa y cálida, ni tenue y fría, porque nunca
hubo una farola. Cuando el desplome de la calle lo alcanzó, no cayó, porque no
había arriba ni había abajo. Estaba en medio del espacio. Estaba desorientado,
pero logró encontrar un delicado hilo que llevaba unido a su alma. Lo siguió
hasta encontrar un lugar muy familiar. Era una habitación blanca. Con una
camilla de sábanas blancas. Al lado de la camilla había una silla, y sobre esa
silla había una mujer. Estaba llorando desconsolada. Él podía ponerse en el
lugar de ella, y sentir lo que ella sentía. Había perdido a un ser amado, y no
tenía esperanzas. Otra mujer atravesó una puerta, y se acercó a la camilla. Un
sujeto se encontraba postrado en ella. La enfermera revisó las bolsas de suero,
y debido a que estaba vacía la cambió por otra. No estaba seguro de si era
suero, o quizás un medicamento. Tenía las manos muy frías, y la boca reseca, y
varios tubos estaban conectados a sus venas. La enfermera lanzó una mirada
triste a la mujer que lloraba sobre su regazo antes de marcharse. Él quería
acariciarle sus dorados cabellos, como lo hacía siempre. Quería tocar sus
labios y besarlos como lo había hecho siempre, pero su cuerpo no le respondía.
Logró mover un par de dedos lentamente, era un logro. Requirió de varios
minutos para poder mover el brazo hasta tomarle la mano a su esposa. El roce se
sintió cálido y vivo. Ella levantó la cabeza y sus facciones expresaban
asombro. Tenía los ojos muy abiertos y cristalinos, como una mujer que lloraba
porque creía haber perdido a quien amaba. Lentamente su expresión de sorpresa
se convirtió en una sonrisa, luego en una risa, y finalmente en un abrazo.
Volvió a llorar mientras sus brazos lo rodeaban y sus labios le besaban la
barba.
-“Tranquila
linda, todo está bien”
Entonces
aquel que alguna vez fue Raine, fue nuevamente Raine.
V Aprendiendo a caminar
Raine siempre fue un hombre fuerte.
No por fuerza física, sino por fuerza de voluntad. Recuerda cuando tenía ocho
años y su padre había llegado a casa, extrañamente sobrio. Lo supo porque
cuando se arrodilló y le ofreció el revolver Smith & Wesson por el mango,
no olfateó el mínimo atisbo de alcohol. Su padre, con grandes manos ásperas
cogió sus manos de niño y lo obligó a asir el arma. El pequeño no tuvo opción.
-“Dispara
Raine, dispara hijo, hazte hombre y libera al mundo de la mierda de padre que
tienes” – Había dicho. En aquel entonces era un niño, y la inocencia lo cubría
de pies a cabeza. Sin contar que llegaba ebrio cinco días a la semana, golpeaba
a su madre con lo que sea que tuviera a mano; lo golpeaba a él, claro; y
vomitaba amenazas de muerte contra ellos, era un muy buen padre. Recuerda
aquella vez que le enseñó a montar en bicicleta. La verdad es que quiere
recordar que fue él, pero en el fondo de su alma sabe que fue su abuelo.
Raine no lograba concebir el sueño.
Su esposa se había quedado dormida intentando consolarlo, pero el sueño tiene
la manía de ser impertinente, y atacar en el momento menos apropiado. Raine es
un hombre fuerte, pero esa noche había llorado desde que su cabeza tocó la
almohada. Y es que tenía muchas cosas en mente… El sueño que había tenido antes
de despertar de casi dos años en coma era solo el primero de sus problemas. Las
cosas habían cambiado… La comisaría necesitaba un teniente, y uno postrado en
una camilla no iba a ser muy útil. Su mujer tenía necesidades sexuales, como
cualquier mujer. Sin embargo él no había querido tocar el tema. Ella tampoco.
-“La
vida no puede ser tan mala” –Se repetía a sí mismo. Tenía la extraña sensación
de estar soñando, y de haber despertado en el momento en que dejó de soñar con
el espacio.
El
primer día no lloró, y trató de enfrentar la realidad, pero no pudo dormir en
toda la noche. El segundo, no fue muy distinto del primero. Sin embargo el
tercero era especial, porque estaba enfrentando uno de sus mayores problemas.
Estiró su mano de la cama hasta dar con una silla y la acercó a la cama.
Intentó pasar de la cama a la silla ayudándose sólo de los brazos.
-“¿Qué
estás haciendo amor?” –Preguntó Clara, despertando de su pesado sueño.
-“Solo
quiero ir por un vaso de agua” –Dijo mirando por la ventana mientras pasaba de
la cama a la silla.
-“Raine…
Yo te lo traeré, trata de dormir.” – En ese minuto los brazos del que alguna
vez fue un teniente se fatigaron después de un año sin uso, y cayó de bruces al
suelo junto con la silla de ruedas. Raine es un hombre fuerte. Pero es
inválido, y luego de despertar encontró su vida hecha una mierda. Así que lloró
sobre la alfombra. Sentía impotencia y apretaba su dentadura con ira intentando
guardar esas lágrimas.
Siempre
odió sus lágrimas. El sabor salado, la vista húmeda y la cara empapada le
parecían desagradables.
Clara le
quitó la silla de ruedas de encima, y la apartó para ayudarle.
-“Tu
llegas a ponerme una mano encima y te mato ¿ME OYES?” –Estaba enojado, dolido,
frustrado. Era fácil comprenderlo en ese momento. Lo difícil era darse media
vuelta, ignorar a su marido inválido tirado en el suelo mientras lloraba, y
dormir. Así que no lo hizo. -“Déjame ayudarte Raine. Deja tu orgullo a un lado,
necesitas tiempo para aceptar esto, yo sé que es difícil para ti… Pero no me
apartes del problema…”
Raine se
secó las lágrimas con los puños. Sin decir palabra alguna, y con mucho esfuerzo
logró subir a su cama con ayuda de sus débiles brazos. Querían dejarlo en el
hospital, pero no lo aceptó. Sin embargo accedió a hacer el programa de
ejercicios. Era un hombre orgulloso, no un tonto.
Se
acomodó contra el respaldo de la cama, y observó con desgano la luz de la luna
filtrarse entre las persiana que cubrían la ventana.
-“Cariño…”
–Raine salió de su letargo, no había notado que Clara había ido a buscar un
vaso de agua. Ahora se lo estaba ofreciendo con una sonrisa amable. Era
hermosa. Él aceptó el vaso con un balbuceo, que seguramente fue un “gracias”, y
le dio un sorbo. –“Debes calmarte… Las cosas van a estar mejor, ¿de acuerdo?
Estamos juntos, y nada nos va a separar.”
-“Esto
no es nada Clara.” –Nunca la llamaba Clara. –“Esto es algo. ¿Planeas vivir con
tu marido parapléjico el resto de tu vida?” –Para ella el tema era aún delicado
y no sabía cómo abordarlo. Así que decidió guardar silencio. –“¿No te importa
tener que arrastrarme por todas partes? ¿Tener que meterme con esa silla de
mierda en el metro? ¡Subir una puta escalera será una odisea!” –Lanzó con todas
sus fuerzas el vaso contra la pared detonándolo. Las esquirlas del cristal y
las gotas de agua salpicaron la habitación.
Por
segunda vez en la tercera noche lloró. Ella nunca había visto a su marido
derrumbado, y eso la hacía sentirse insegura… Él era su piedra angular, ella
era la de los problemas.
-“¿Recuerdas…
cuando mi padre me pidió disparar ese revolver?” –Raine la miró con ojos
vidriosos. No era la mirada de un hombre fuerte, la mirada de un teniente por
más de diez años que había visto a la muerte a los ojos. Era la mirada de un
niño atemorizado con un revolver en la mano, apuntando a la sien de su padre.
-“Sí”
–Dijo Clara después de un largo rato de silencio. Era un tema que sólo se había
hablado una vez en sus casi veinte años de matrimonio. Era un tabú.
Inconscientemente ambos lo habían ocultado en lo más profundo de sus memorias
maritales. Ahora volvía a ver la luz, y estaba desesperado por salir.
-“Tuve
un sueño” –Continuó mirando al techo –“Un sueño en el que me sentí despierto.
Un sueño en el que por un segundo tuve la sensación de ser realmente yo, de
estar libre… Un sueño donde no habían secretos para mí, y tenía la libertad de
recorrer todo el universo desde el principio hasta el fin” –Clara lo miraba
fijamente. Sentía miedo. Pero su rostro lo ocultó. –“¿Recuerdas qué sucedió?”
-“No… Es
decir, dijiste que tu madre había interferido, y que luego hubo una discusión”
-“Eso lo
inventé. Lo último que realmente recuerdo es a mi padre colocando el cañón del
revolver en su frente. Lo de mi madre solo lo inventé para mentirme, para
ocultar esa laguna mental que dejaba abierta la posibilidad de haberle
destapado la cabeza a mi padre a los ocho años.”
-“Es
algo que pasó hace más de cuarenta años. No te martirices por eso…” –Clara se
acercó a él y lo estrechó entre sus brazos. Le acarició el cabello desordenado
y sus labios.
-“Luego
de ese sueño… Esa laguna mental desapareció… Sé lo que realmente sucedió esa
noche, y no puedo dejar de pensar en eso.”